lunes, 25 de junio de 2007

Capoeira

Dos acróbatas rivalizando al ritmo del berimbau, el atabuque y el pandero. La vibración de la cuerda de acero de los arcos musicales y el coro truculento y profano.
Un autentico ballet envuelto en una atmósfera trágica y asesina. Bajo el aspecto de danza uno de los mas terribles métodos de combate.

Esto es la capoeira, lucha desarrollada en secreto por los esclavos que preparaban sublevaciones, camuflada bajo una apariencia musical

7 comentarios:

JoFz dijo...

Aventurero!!!!
¿Echabas de menos tu diario?
Haz muchos bocetos para llenarlo, que nosotros sí que lo echamos de menos.

Anónimo dijo...

Oi, achei teu blog pelo google tá bem interessante gostei desse post. Quando der dá uma passada pelo meu blog, é sobre camisetas personalizadas, mostra passo a passo como criar uma camiseta personalizada bem maneira. Até mais.

Anónimo dijo...

no sé, no sé, me están entrando ganas de ponerme facha y decir lo que pienso... que no tengo yo muy claro que mis bloggers favoritos se puedan ir de vacaciones así como así, y dejar este vacío...

qué pone en vuestro convenio al respecto? qué pasa con nosotros, lectores enganchados ávidos de aventuras? einn? vamos a tener que ponernos a currar?

ayyyyyyyy

Jas dijo...

y dinos Bajito...por donde andas ahora, si se puede saber??...o te lo guardas como sorpresa para descubrirnos después las lugares paradisíacos por los que estas retozando??

Marina, que subidón con lo de CAOSTICA, no veas los saltos que metí por casa cuando me lo comunicaron, pena que no pudimos ir a Bilbo a recoger el premio, pero ya nos lo mandaran.

Muxus a tutti!!

Jas dijo...

Por cierto Gus, hombretón que pasa con tu cuerpo??...ya te has desenganchado del foro, no?

Espero que todo te este yendo bien, a ver si te llamo un día de estos.

Un abrazo.

Gata animada dijo...

Dejémosle que vuele y retoce libre. Ya nos dará luego nuestra recompensa.
Pásalo bien, Bajito.
Un beso.

EL AVENTURERO dijo...

gracias, gata.

pues si echaba un poc de menos el diario y a vosotros

ahora estoy por tarragona, tostandome unh poco en la playa, pero no puedo poner ningun dibujo porque no tengo escaner, pero enseguida vuelvo para bibao

amica veritas, sed magis amicus plauto

Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.



En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.



Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.



Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.



Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.



En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.



Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.



Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.



Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.

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