Aquella mañana estabamos tomando un te tranquilamente en una terraza junto a la mezquita de la sultana madre, Yemii cami, cuando se acercó un joven limpiabotas a ofertar sus servicios.
Como quiera que yo era el unico que tenia zapatos (el aventurero no tiene porque renunciar a la elegancia) se dirigió a mi. No es que el resto del grupo fuera descalzo, entiendanme, pero llevaban playeras o sandalias, mas acordes con el clima pero menos distinguidos.
El caso es que yo rechacé con firmeza sus servicios (el aventurero no debe fomentar el servilismo de los desfavorecidos). Sin embargo mi aplomo cedió cuando el limpiabotas me hizo saber que no esperaba contraprestación alguna y que me iba a dejar los zapatos mas limpios que la patena totalmente gratis (el aventurero no tiene porque rehusar un favor, maxime desconociendo los usos del pais, que podrian entender la negativa como una descortesía).
Una vez acabada la faena, el chaval me comenta que no recordaba si me había explicado que, si bien la mano de obra era gentileza de la casa, el betún, el abrillantador y el desgaste de trapo suponian unos gastos de 500.000 liras turcas que debia abonarle con prontitud.
Yo sin dudar, le entregué la cantidad solicitada (el aventurero no debe infringir penalidades adicionales a quien le atiende solícito), tras asegurarme de que la daga que yacía en el fondo de su caja de herramientas brillaba mas que mis zapatos (el aventurero no tiene porque correr riesgos innecesarios)
En resumen, el aventurero siempre debe llevar unos millones de liras en el bolsillo para atender imprevistos
amica veritas, sed magis amicus plauto
Hace ya algunos años, paseaba yo por la calle Tarnok de Budapest, con la mirada atenta del viajero, cuando me sobrevino un estremecimiento que en un principio confundí con un retortijón intestinal. Sin embargo, cuando profundicé un poco más en el autodiagnóstico, entendí que en realidad lo que me sobrecogía era la contemplación de tanta belleza, una especia de mal de Sthendal en versión austrohúngara.
En aquel momento pensé que sería muy egoísta reservarme esa experiencia y decidí compartirla con aquellos a los que el destino no les habia deparado la oportunidad de visitar esa ciudad. Pero tambien con los que habían pasado por allí y no habían experimentado esa fruición contemplativa, como vaca sin cencerro, acaso porque la naturaleza les había negado esa sensibilidad exquisita con la que a mi me había dotado tan generosamente.
Llevado por este altruista impulso, me agencié un cuaderno y un rotulador Edding y empecé a esbozar dibujos como un poseso, en el afán de reflejar cuanto encontraba en mi camino y de plasmar mis impresiones de una manera mas o menos perdurable. Así nació el primer ejemplar de los cuadernos de viaje que componen esta colección. A partir de entonces -a la manera de los viajeros clásicos como Delacroix o Víctor Hugo- siempre que me dispongo a emprender un nuevo viaje, reservo en mi maleta un sitio para el cuaderno, entre los gayumbos y el neceser.
Debido a la desmesura de alguna de las opiniones vertidas en estas crónicas, la cautela aconsejaba ocultar mi identidad. Para evitar ser objeto de persecución política, decidí ampararme en el anonimato, inventando un alter ego al que llamé el aventurero. Aun así, mis detractores opinan que tal grandilocuencia no era sino una excusa que para poder hablar de mi mismo en tercera persona, como Julio Cesar o el Papa.
Nadie espere encontrar en estas páginas una guía de viaje, ni un exhaustivo glosario de monumentos. Ni una descripción fiel de los lugares visitados, ni una reflexión sensata sobre los usos y costumbres. Tan solo un inconexo puñado de dibujos, acompañados por el relato de anécdotas carentes de interés y algunos datos totalmente prescindibles e inexactos. Esa es otra: Ni siquiera puedo garantizar la fiabilidad de los textos. A menudo son cosas que he oído o leído aquí y allá, cuando no son directamente inventadas, fruto de una trasnochada imaginación, como muy bien han señalado algunos de mis detractores.
En la última secuencia de la película de Jonh Ford “El hombre que mató a Liberty Balance”, James Stewart le reprocha a un periodista la falta de rigor en algunas informaciones publicadas. El periodista se defiende: “Mira, James Stewart, en el oeste cuando la leyenda mola mas que la realidad imprimimos la leyenda”.
Con similar menosprecio a la verdad, yo, que solo pretendo evidenciar la paradoja del alma humana, escribo desde una ignorancia que haría avergonzarse, no ya a cualquier historiador aficionado, sino a cualquier persona de bien.
Vayan pues mis excusas para todos aquellos a quienes no correspondo con la veracidad que se merecen. En cualquier caso, espero que quienes recalen por estas páginas encuentren aquí motivo de solaz y esparcimiento, ya que otra cosa no pretendo.
Ahora, merced al avance de las nuevas tecnologías y para estupor de mis dichosos detractores, estos cuadernos pueden ser consultados en la red y quedan al alcance tanto de los curiosos como de los estudiosos de esta basta y vasta obra.
17 comentarios:
El aventurero con clase siempre lleva unos millones en el bolsillo, que menos.
no hay que olvidar, gus, que entonces un euro equivalia mas o menos a medio millon de liras, ahora no se como estara la cotización
jejjejejeje XDDDDDDDD, tus aventuras se superan día a día.
No hace mucho me contaron una historia parecida, aunque esa vez les ofrecieron un té diciendo algo así como "fri" que los viajeros entendieron por "free" (gratis), cuando se habían tomado el té el tipo les señaló un dólar y les repitió "three" (tres)
El aventurero no ha sido el único en picar.
vaya, enfermera, tu no estabas de vacaciones?
Cuando yo estuve aún tenía que hacer los cálculos sobre pesetas, y sólo recuerdo que deje de calcular y decidí pagar lo que me pidiesen, y el buen hombre que lustro mis zapatos en el ferry me pidio 300.000 liras que redondeé en las 500.000 del billete.
Que maravilla Estambul.
HOLAAAAAA AVENTURERO !!!
Que ilusión, has publicado el día de mi cumpleaños.
A que es guay cuando el cambio de moneda en tan "generoso", jejeje
Ya se que al cambio no es tan productivo, pero podías venirte a aventurarte a las MALLORCAs
Besototes Bajiiiis!
De vacaciones de blog, de momento. Callarme los comentarios ya me cuesta más.
De visita a mis padres ahora y de interrail la semana que viene. :)
Fijo que el cuchillo era para cortarles las uñas de los pies a los que van con sandalias.
Acuérdate, aventurero, que Pozí en aquel viaje tenía dólares, y entre el primer y último día que fue a cambiar hubo una diferencia de unas 10 pesetas de las de entonces por cada dólar, por la devaluación brutal del país.
Yo conservo un disco de Mercan Dede comprado en la calle de los músicos, junto a la torre de Galata, con una etiqueta que pone 10.000.000 de liras turcas, unas 1.600 pelas.
Me suena que no hace mucho el gobierno le quito como seis ceros a la moneda o así...
zorionak, wendy, que pases un cumpleñaos mu bueno y que te conserves igual de joven muchos años
aupa gata, enfermera, alp, gus, kire y compañia
te imagino con zapatos lustrosos y faja y millones de millones de liras en las alforjas... y tomando el té de las cinco, no me digas más! ah no! que era por la mañana!
alp!! tu no estabas enterrado bajo millones de millones de proyectos amenizantes? ah no! que era amenazantes!
feliz finde de aventuras!
El aventurero es sabio.
Qué vivencias aventurero! hay que ser sabio y prudente como tú. ;-)estambul me llama mucho, la tengo pendiente.
hola, s, cuanto tiempo sin verte por aqui
un petonet
Publicar un comentario